lunes, 9 de marzo de 2009

No dejan que les corran el pasador

Decidió que ajustaría un poco hacia arriba uno de los pasadores del reloj de su amiga mientras esta se encontraba inmersa en un discurso a favor de la poligamia. Ya habían tenido esa conversación al menos una decena de veces.

La maniobra era facil, sutil y rápida. Simplemente correría unos milímetros el pequeño pasador, aprovechando que la mano izquierda (en la que su amiga lucía el reloj), descansaba tranquilamente sobre la mesa de aquella cafetería francesa.

Cuidadosamente así lo hizo.
Sin embargo, de manera instintiva, la mano derecha de su amiga se abalanzó sobre aquel pasador y lo corrió hacia su posición anterior, sin perturbar su intervención sobre lo aburrido que es la monogamia.

Motivada por la curiosidad, quiso nuavemente correr aquel pasador un poco, en dirección hacia abajo y una vez lo hizo, sucedió exactamente lo mismo: los dedos de la mano derecha de su amiga reacomodaban con rapidez aquel pasador a su ubicación original.

Lo intentó una tercera vez y observó la reacción idéntica de su interlocutora, que para esa hora ya había convencido a la otra chica que las acompañaba que dejara a su novio, al que tildaba de 'sicorigido'.
Sentía que debía interrumpir. Entre tanto, su amiga avanzaba: "Y mira, todos los hombres quieren imponer, quieren controlar, no están dispuestos a ceder en nada".

No aguantó más. "¡Si tu ni siquiera dejas que te ajusten el pasador!

Arrojó un billete sobre la mesa y se dirigió hacia la puerta, mientras las dos chicas la veían alejarse con mirada confundida.

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